sábado, 28 de diciembre de 2013

El morado se lleva por dentro

Hola criaturillas!
Hoy voy a contaros la historia de algo que me lleva ocurriendo desde hace un tiempo.
No recuerdo bien cuándo fue la primera vez pero sí el impacto que produjo en mi la visión de una oveja morada. Impresionante! Narnia nunca deja de sorprenderme! A pesar de estar muy lejos, una cosa así no se olvida nunca. Fueron pasando los meses y a cada poco volvía a esa esquinita de mi parcela desde la cual veía a la oveja, allí seguía pastando y, supongo, a sus labores. Una mañana de verano, con el Sol pegando como nunca, descubrí que la oveja estaba más cerca. No se si era por haber ampliado mi parcela o que su alegre pastar la traía por este camino. Fue entonces cuando pude verla mejor. Lana fina, morada y rizada. Ahora que estaba más cerca pude comprobar que de vez en cuando hablaba con un pajarillo, un Martín Pescador. A estas alturas ya no me sorprendió, Narnia tiene estas cosas...
No se muy bien porqué pero pasear cerca de donde estaba la oveja se convirtió en algo habitual para mi. Me puede demasiado la curiosidad la mayoría de las veces. Y así poco a poco la oveja y mis dominios se iban acercando hasta tal punto que un día descubrí que estaba al alcance de mi mano...
Una tarde de otoño acerqué una silla a la cerca y me senté allí a ver si podía hablar con aquel ser morado y rizado. Y habló!! Y como descubrimos que a ambos nos gusta jugar pues jugamos. Y reímos. Y reímos más y más. Y aunque me parecía un sueño, no lo era. Porque aquí en Narnia las cosas que parecen sueños pueden hacerse realidad. Muy pronto descubrí que bajo esa maraña de lana rizada se encontraba uno de los seres más maravillosos que haya conocido en mi extraña vida...
Una increíble noche de invierno, con el cielo despejado y la Luna más llena que nunca me acerqué a ver a la oveja  para charlar un rato y saciar mi ganas de verla. Justo cuando estaba a un par de metros de ella vi como de un salto se colaba en mi parcelita y caía justo delante de mi. Pero lo que aterrizó grácilmente no fue una oveja. Como por arte de la más increíble de las magias se había transformado en mujer. Una bellísima mujer de pelo rizado y sonrisa pícara. La cara de tonto que se me quedó era para enmarcar...
Desde ese día está como invitada de lujo en mi humilde casa. Y gracias a eso he descubierto que aún quedan personas por las que merece la pena cualquier tipo de esfuerzo. Que aún quedan personas auténticas. Alguien a quien soy capaz de decirle las cosas tal y como las siento sin miedo a nada. Una persona con la que no me reservo nada y siento que lo puedo dar todo. Una mujer que no rechaza su parte de niña y disfruta con ello. Una mujer con la que reír por cualquier cosa. Alguien por quien no puedo evitar sentirme atraído. Sí, me tiene loco pero eso ya lo sabe...
Hasta aquí el breve post de hoy. Quizá el más personal de todos. Quizá el que más me haya costado escribir porque no soy capaz de encontrar las palabras para lo que quiero decir. Quizá porque no soy más que un gato que una vez soñó con una oveja morada.
A más ver, arre arre unicornio!

No hay comentarios:

Publicar un comentario